Enrique ¡Eres tremendo! Muchas gracias, hermano. Te queremos (ahora es cuando viene lo de hacerle la ola). La paella que nos hizo, ¿qué me dices? Bueno, no coment (creo que se escribe así en ingles ¿no?). Que poco sobró.
La pobre cierva que merodeaba por alí, como hubiese estado esperanzada en comer de lo que nos sobró... ¡Qué gente tragando chacho!¡Si me cantaran la mitad de bien que me comen, estaríamos siempre en el recreo! Nos lo comimos todo, todo, todo,...
Pero no os preocupeis que del cuidado de la cierva Maria Isabel se ocuparon las hermanas Torralbo, domadoras de profesión, con todo el cariño del mundo. Lo de Rocio y Adora no tiene nombre. ¡Son como madres! Con ese vestido tan adecuado para la ocasión, en fin...
¿Qué os parece? A ninguna de las dos les hace caso la cierva, pero ¡le ponen un empeño! ¿Qué leches miraría la cierva? Romeras, ambas teneis que tomar medidas urgentes o, en caso contrario, María Isabel se os va de las manos, segurito. A lo mejor es que no levan los corazoncitos rojos de Adora ni el bolso a la bandolera de Rocio (¡No se lo quitó ni para dormir!). Bueno, en otra ocasión veremos como se da el reencuentro entre las mujeres y la fiera.
Oye, por cierto, os dejo que no me da tiempo a llegar al ensayo. Luego os cuento más...
Bueno, bueno,... Ya estoy aquí de nuevo. Pues es cierto el comentario de Anita Garcia, el finde dió para bastante más que contar.
Y si no que se le pregunten a Alfonsete quien estuvo generoso en compartir con todos nosotros ¡hasta un "peacito" de tostá que tenía en la mano. Hombre, claro, Alfonso, el Farru te miraba un poco "torcío" porque.. ¡coño! es que le diste a probar la "tostá" por el lado que estaba mordida. Este Alfonsooo. En fin, no se si al final la que se la comió fue Maria Isabel. Lo cierto es que, unido a tus compañeras de circo, las domadoras, tienes una pinta de mago con ese chandal de Italia con los cuellos subidos que te cagas, macho. Desde luego, la gente dejan que la fotografíen de cualquier forma. Pero no estás sólo sobre la pista central, también te acompañó alguna que otra vampidesa, enanos, acróbatas y forzudos (si ya se que también había gigantes y cabezudos, pero el sombrero me quedaba tan chachi , y me iba tan bien con las chandal que me echó la tita Mari que os quedais con las ganas de verme en directo. Eah, eah, eah! También hubo, como se llaman estooooosss... ¡Ah sí! ¡Ventrilocuos! como Paco y Enrique, Lola con Irene, Andrés, Ana y María y si no, mirad, mirad,...
Bueno, lo de Lola es puro amor de abuela, pero en la foto de Quique con María, está claro quién es el ventrilocuo y quien la muñequita rubia. Bueno Paco, no me preguntes quien es el muñeco...
En la foto del que tiene la navaja en la mano, no se sabe bien si es que Ana me está haciendo hablar o es que se le santan los ojos detrás de dos huevos fritos con su ajito. María no pregunteis que hace, porque le faltaron menos de dos decimas de segundo para mearse. ¡Coño que se meó!
Nuestros enanos preferidos no dejaron de portarse bien en toda la noche: no gritaban, ni lloraban; nos hacían las camas en el piso de arriba.
Ni tan siquiera se ensuciaron la ropa. Vamos que se habla, según EFE, de miembros del coro que aún siguen buscando un calcetín entre las cenizas de la candela o algún que otro saco de dormir en el fondo del lago. Por cierto, llevas razón Conchi, la próxima inversión del coro no será en trajes para cantar, ni en micros ¡que vá! ¡Que va! Eso, eso, madre mía... SERÁ UNA LAVADORA.
Pero llega la noche..., la candela crepita con el fulgor de unos eucaliptos, que fueron, y que arden con "toas" las de la ley pa calentamos a nozotroh... La oscuridad atrapa con su velo... una casa encantada... ¡¡ fsssshhsss !! (siii, el aire, hombre, el aire) , entre pinos que noo zzon loz der coto. A lo lejos, en el horizonte, (además de Pepito el guarda), el día lucha por no perderse el espectáculo y ya se oye, chssssss,... ¡Si! ¡Si! pa ra pa pa para pa para pa ¡Paquitoooooooooo! El público, encendio y acalorao por la fuerza de la multitud mueve sus cinturas (o sus culos, no se le que es) al son de la música... para pa para pa ¡eehhh, eehhh!. El maestro ya se cansó de sevillanas, de rumbas y flamenco, y el chocolatero se derrama... por las laderas entre pinos.
Adiós con el co-ra-zóóóón. Angel se marcha y nos disponemos ¿a dormir? je, je, je, y otra vez, je, je, je. ¡Comienza el espactáculo!
Arriba, en lo más alto de la pista central algo se mueve. ¡No! El pijama no está vacío, ¡Está dentro! ¡El más grande! ¡El único! ¡Desafiando las leyes de la gravedad y la resistencia de los palos de la varanda¡ ¡Pepeeeee.... el acrobataaaa!
Se columpia pa´cá, se columpia pa´ya, cae firme sobre el armario y saluda. Plas, plas, el público enloquece, queda boquiabierto, pasmado, ni deja de mirar hacia arriba, encadilados por el espectáculo que deja lugar a dudas de su autenticidad.
Cae la noche y, antes de que amenezca, la tita Mari y su chico se van a la cama, cansados y se acuestan, ellos solitos, solitos, solitos. De pronto, como por arte de magía, se escuchan pisadas, canciones de ultratumba, sonidos del más allá. ¿quienes son niña? pregunta, asustado y ansioso, el del sombrero de paja (pa acostarse se lo había quitao, pero bueno, lo tenía colgadito en la perinola... de la cama (¿que pensabais mentes sucias?). Y las pisadas ganan en intensidad y los susurros se acentúan por la presencia, cada vez más cercana, de sus autores ¡Nooo! ¡Siiii! ¡Nooo! ¡Siiii! Son ellos, los fantasmaaas, los duendecillos del bosque que vienen... ¿del concurso de villancicos? ¡Ah no! que lo que llevan encima no son los ponchos, que son las mantas de los armarios