Eran las siete horas de la
mañana, y ya un alboroto de romeros pululaba por la sede, ultimando la carreta,
revisando la intendencia, buscando partituras, bombo y castañuelas, y una impaciencia, que ya brotaba de sus
gestos. Solo una hora y el camino.
Aparecieron los mulos y
los muleros Antonio y Rafael. Y fueron apareciendo las familias de los coreros.
Echándole, las ganas y la voluntad de quien empieza un nuevo proyecto,
empezamos a andar. El simpecado adornado,
en un jardín florido, relucía, con la imagen de la Patrona en su centro. Y
los caminantes, la primera lagrima sobrecogida, las fotos con los hijos, la ilusión
de que la historia continúa escribiendo páginas de vida en este colectivo con
ansias renovadas.
Y a andar. Primera parada
y “tientecito” en Mojinos. El primero de unos cuantos para ir refrescando el
camino. Que larga hilera de caminantes,
carrozas y equinos, cubriendo el nuevo sendero desde la Dehesa Vieja. Cenicientos y
preñados de aceite los olivos. Olor a mastrantos. Sevillanas al revuelo. Otra
cervecita, las medias noches, la carreta vibrando y las flores bailando al ritmo
de la alegría de llevar nuestro Simpecado un año mas hasta le Ermita.
Compartiendo nuestro
alborozo, fuimos, llenándonos de polvo los botos camperos, por el Paso de las
carretas. Le cantaban jilgueros y calandrias entre los álamos y chopos del arroyo Pedro Gil, al estandarte
bendito. La ultima cuesta. Sobre el lugar donde se apareció María al pastorcillo,
otra parada. Y luego sobre las cumbres, trote lento del los mulos, hasta llegar
a el Cerro. La emoción en los ojos al divisar el Humilladero. Ante la puerta de
la ermita, esa sensación de camino hecho. Y ante la Patrona. Un Ave María
y un Padre Nuestro. El corazón rebosante de fe, los ojos de emoción bañados en
sentimiento.
Después la misa, El Simpecado tras la imagen procesionada, la
celebración cantada con nuestras voces humildes y llenas de ganas de cantarle a
la Virgen del
Sol, elevando en el aire plegarias, y oraciones con los sones de guitarra de Ángel.
Emociones que surgen, el nudo en la garganta, la piel enervada con la voz del José
“El Pelao”, mientras derrama un fandango:
Señora,
traigo mi azul simpecado
Con tu cara bonita
Para ponerlo a tu lado
En el altar de tu ermita
Que el camino ya esta andado.
Y después de los abrazos y
los parabienes, de besar el manto, otro camino…el que se hace echando un buen
rato entre amigos y familia, bajo los eucaliptos, y el sol que septiembre nos colgó
en lo alto. La carreta adornando el lugar y con una cervecita fresca empezamos
lo que nos dio el día en alegría y romería.
No fueron malos los pasos, hubo “jato para jartarse” y cantes que abrigaron de música
y belleza el espacio. Que buena reunión de romeros, unidos, en un proyecto que
vale la pena, como es la convivencia y el amor a nuestra patrona. Es que somos
un coro que camina…
Bueno en fin que no me
enrollo más, que nos vemos el camino el próximo año.
D.G.M.