Lunes, 5 de enero de 2009. Ocho y media de la tarde (zulú). Mucho, mucho ambiente en la casa del coro; muchos, muchos nervios; muchos, muchos caramelos volando por el aire (vaya con los pajes de sus majestades ¿eh?) y dieciseis niños que escuchan los cascos de tres caballos ¿vendrán de oriente?
Serán... ¡Los Reyes Magos, ya vienen los Reyes Magos!
-Grita Pepe cona alegría.
Y toda el mundo a la puerta: los niños, las madres, los padres, los titos, los abuelos
Pero... ¡Si son Sus Majestades!
Pero... ¡Si vienen a caballo!
Pero, pero ¡que nos están saludando!
¡Eh Melchor, Gaspaaaar!¡Qué negro que es Baltasar!
Y se bajaron de sus tres hermosos corceles y les dimos un poquito de anís y... con sus eternas y mágicas sonrisas, repartieron un montón de ilusiones. Ilusiones que se dibujaron en las caras de nuestros pequeños romeros: en la cara de Irene, en la de María Lindo, en la de Ángela Ruiz, en la de Raúl, la de Bernardo, en la cara de Laura, en la de María Morilla, en la de Ángela Lindo, en la de Elena, en la cara de Eva, Jose, e Isabel María, en la de María Morales, en la cara de María del Rosario, en la de Juan Pedro y en la cara de Ana Mourdes,...
Ilusiones que tuvieron un fiel reflejo en las caras de sus padres, miembros TODOS de una gran familia. Una familia que se ha dado en llamar Coro Romero y por apellidos lleva el nombre de la Señora, de La Santísima Virgen del Sol.
¡Vivamos con ilusión! Lo demás, vendrá por añadidura
Gracias, Melchor. Gracias, Gaspar. Gracias Baltasar.
Gracias por vuestra entrañable visita, Majestades. ¡Ah! Y no dejeis nunca de residir en nuestros corazones...